22 Ago Querida Laura Reija

Querida Laura Reija:

Hace ya 8 años que salimos de la Facultad y, aunque estemos lejos el uno del otro y hablemos poco, te sigo considerando como una de las mejores amigas que he tenido, tengo y tendré en la universidad y en mi vida. Tampoco se me debe olvidar que nunca, nunca, nunca te he dejado de admirar. Lo que tu haces con los caballos, es magistral, ya que veo que te dedicas a ellos en cuerpo, alma, cariño, profesionalidad y eso ya dice mucho de tí. Además, ser la Campeona de España en Doma Clásica durante 4 años, hace ya un tiempo, NO es tarea fácil mantenerlo, ya que se requiere esfuerzo, lucha, comprensión, reflexión, ejercicio, cuerpo, alma y, sabiendo cómo eres, sé que lo tuviste, lo tienes y lo tendrás por y para siempre.

Mucho hemos vivido en la universidad: exposiciones, trabajos, amistad, superaciones, discrepancias, cariño, respeto, reflexiones, algún que otro momento difícil y todos los hemos vivido como buenos compis y amigos. Y, eso, no sabes lo que me hace sentir por tí (tranquila, todo bueno, je, je, je). Es más, cuando paso por delante de la facultad y en algunos momentos de mi vida, os echo muchísimo de menos y me hace recordar aquel tiempo tan feliz.

Y, anoche, mientras me intentaba dormir, me enteré, a través de tus redes, de que estás embarazada. No tienes NI IDEA de la alegría plena que me das con esta noticia. Además, por esta amistad, este escrito que hago hoy, es de tu amigo Víctor para tí.

En estos tiempos difíciles que nos han tocado vivir, esto es un acto de valentía ante la marabunta que ruje, día a día, con más furia y odio. Por ello, te admiro muchísimo, tanto como cuando estábamos en clase, porque esto es un acto de amor y lo va a llevar a cabo una amiga mía que apuesta por la vida formando algo que es muy bonito: una familia (la tuya propia).

Una pregunta que me hago es ¿por qué casi todas las chicas que conozco han decidido tener hijos tan seguidamente?. Lo digo, sólo, porque casi todas ellas han coincidido en el mismo espacio y tiempo y me sorprende este factor. Pero, aún así, por otro lado, prefiero estas decisiones antes que a un mundo que, poco a poco y día a día, se está destruyendo.

Traer a un querubín (un pequeñín, un bebito) y darle la vida, es , además de amor, un acto de esperanza, de valentía y, sobre todo, de dar cabida a una nueva generación que, espero que, en vez de odio traiga paz, en vez de envidias traiga admiración, libertad, magia, nuevas ideas, entendimiento, verdadera amistad, armonía, equilibrio, amor, cariño, respeto, aprehensión, valentía y comprensión. Rezo porque todos ellos puedan resolver ¡de una vez y para siempre! todos los errores que nosotros cometimos para curar un mundo que, poco a poco, nos lo estamos cargando.

Teniendo en cuenta cómo eres tú, siento que tu hijo va a formar parte de este nuevo movimiento. Lo presiento. Y, sé que él llegará algún día a ser una persona humana y llena de amor para dar y tomar.

Laura, desde aquí, te envío mi más ferviente admiración, cariño y respeto. Te doy mi más sincera enhorabuena por sacar adelante este futuro y ser valiente ante un mundo difícil. Desde este rinconcito, te deseo que vueles alto, vayas más allá de las estrellas y el universo conocido, que cumplas todo lo que te propongas y sueñes,  que la familia que estás formando crezca sana, feliz y con cariño en sus entrañas, y, sobre todo, que seas ¡FELIZ! con este audaz paso que das.

No me quiero olvidar, tampoco de tus antecesores. No los olvides nunca, dado a que ellos también, una vez, te dieron la vida.

Gracias Laura por dejarme compartir estas líneas y poder transmitirte todo lo que siento sobre esta estupenda noticia. Es más, no te escribiría esta carta si no hubiera algo que me une a tí. Y, por supuesto, ese vínculo existe y hoy hace que me sienta algo partícipe de esta historia.

Te quiero mucho, amiga mía. Si alguna vez me necesitas, aquí estaré siempre.

Un abrazo enorme y cuídate. ¡Ánimo, fuerza, cariño, respeto y amor, te deseo Laura! Cuídate mucho y se feliz con el futuro y con los tuyos. No pierdas el norte y vuela alto.

Con todo cariño, de tu viejo amigo:

Víctor Moratalla